martes, 8 de diciembre de 2009

Un cuento, para que lo disfruten y lo vivan.

Ahora en Colombia, con el reencuentro de cosas me encontré, entre muchas, este cuento, y otra vez, cómo no, lloré...

LA TERCERA ORILLA
por Joao Guimaraes Rosa


Nuestro padre era un hombre cumplidor, ordenado, positivo y fue así desde jovencito y niño, por lo que testimoniaron las diversas personas sensatas, cuando indagué la información. De lo que yo mismo recuerdo, él no parecía más extravagante ni más triste que los otros, conocidos nuestros. Solamente quieto. Era nuestra madre la que mandaba y quien a diario regañaba a mi hermana, a mi hermano y a mí. Pero ocurrió que, cierto día, nuestro padre mandó que se le hiciera una canoa...... Era en serio. Encargó la canoa, una especial, de cedro rojo, pequeña, sólo con la tablilla de popa, para que cupiera justo el remero. Tuvo que ser fabricada toda ella, elegida fuerte y arqueada en rígido, apropiada para durar en el agua unos veinte o trienta años. Nuestra madre mucho renegó contra la idea. ¿Sería posible que él, que no se ocupaba de esas artes, se iba a proponer ahora pesquerías y cacerías? Nuestro padre nada decía. Nuestra casa, en ese tiempo, estaba aún más cercana al río, cosa de menos de cuarto de legua: el río por ahí se extendía grande, hondo, callado siempre. Ancho, de no poder verse la otra orilla. Y no puedo olvidarme del día en que la canoa quedó lista...... Sin alegría, sin inquietud, nuestro padre se caló el sombrero y decidió un adios. No dijo otras palabras, ni se llevó provisiones y ropas, ni nos hizo ninguna recomendación. Nuestra madre, pensé que iba a gritar, pero persistió, solamente alba de tan pálida, mordió el labio y bramó: -"¡Vete, puedes quedarte, no vuelvas más!" Nuestro padre contuvo la respuesta. Me miró, manso, haciendo ademán de que lo acompañara, sólo algunos pasos. Temí la ira de nuestra madre, pero, de golpe, mañoso, obedecí. El rumbo de aquello me animaba, me asaltaba una idea y pregunté: -"Padre, ¿puedo ir con usted en esa canoa?" Volvió a mirarme y me dio la bendición, con un gesto me mandó de regreso. Hice como que vine, pero di la vuelta en la gruta del monte para saber. Nuestro padre entró en la canoa, la desamarró para remar. Y la canoa salió alejándose, lo mismo su sombra, como un yacaré, extendida larga...... Nuestro padre no regresó. No iba a ninguna parte. Sólo ejercitaba la invención de permanecer en aquellos espacios del río, de medio a medio, siempre en la canoa, para no salir de ella nunca más. Lo extraño de esa verdad espantó a la gente. Aquello que no había, acontecía. Los parientes, vecinos y conocidos nuestros, se reunieron, y juntos se aconsejaron. Nuestra madre, avergonzada, se portó con mucha cordura; por eso todos atribuyeron a nuestro padre el motivo del que no querían hablar: locura. Unos consideraban que podría tratarse del cumplimiento de alguna promesa o que, nuestro padre, tal vez, por escrúpulo de alguna enfermedad, como ser lepra, despertaba para otra suerte de vida, cerca y lejos de su familia...... Las voces de las noticias eran dadas por ciertas personas -pasantes, moradores de las riberas, incluso en la lejanía del otro lado- diciendo que nuestro padre nunca surgía a buscar tierra, en ningún punto o rincón, ni de día, ni de noche, del modo como cursaba el río, libre, solitario. Entonces, nuestra madre y los parientes nuestros concluyeron: que las provisiones que estuvieran escondidas en la canoa se gastarían; y, él, o desembarcaba y se alejaba yéndose para siempre, lo que por lo menos se correspondía con lo correcto, o se arrepentía, de una vez, y volvía a casa...... Eso era un engaño. Yo mismo cumplía con llevarle, cada día, un tanto de comida hurtada: idea que tuve, ya en la primera noche, cuando nuestra gente probó con prender fogatas a la orilla del río, mientras que a su claridad, se rezaba y se llamaba. Después, seguido, aparecí con pilocillo, pan de maíz, penca de plátanos. Avisté a nuestro padre, al fin de una hora, muy tardada de transcurrir: así solo, él allá a lo lejos, sentado en el fondo de la canoa, detenida en el liso del río. Me vio, no remó hacia acá, no hizo señas. Le enseñé la comida, la deposité en una cueva de piedras en la barranca, a salvo de alimañas, de lluvia y rocío. Eso, hice y rehice siempre, mucho tiempo. Sorpresa que más tarde tuve: nuestra madre sabía de esa agencia, disimulaba no saberla; ella misma dejaba, facilitadas, sobras de cosas, para que yo las consiguiese. Nuestra madre no se manifestaba mucho...... Hizo venir a nuestro tío, su hermano, para ayudar en la hacienda y en los negocios. Hizo venir al maestro para nosotros, los niños. Encomendó al cura que un día se paramentase, en la orilla, para conjurar y rogar a nuestro padre que desistiera de la entristecedora porfía. Otra vez, por disposición de ella, para amedrentar, vinieron los dos soldados. Todo lo cual no valió de nada. Nuestro padre pasaba a lo largo, entrevisto o desleído, cruzando en la canoa, sin dejar que se acercase nadie a la mano o a la voz. Incluso cuando estuvieron, no hace mucho, dos hombres del periódico, que trajeron lancha y pretendían retratarlo, no vencieron: nuestro padre desaparecía por el otro lado, aproaba la canoa en el brezal, de leguas, que hay, por entre juncos y matorrales, y él solo conocía, a palmos, su oscuridad...... Tuvimos que acostumbrarnos a aquello. A las penas, que aquello trajo, uno nunca se acostumbró, es verdad. Lo sé por mí, que lo quería, y lo que no quería, sólo con nuestro padre lo hallaba; esto tironeaba mis pensamientos para atrás. Lo duro era no entender, de ninguna manera, cómo él aguantaba. De día y de noche, con sol o aguaceros, calor, escarcha, y en los teribles fríos de la mitad del año, sin protección, sólo con el sombrero viejo en la cabeza, por todas las semanas, y meses, y los años -sin tener en cuenta su irse del vivir. No bajaba en ninguna de las orillas, ni en las islas y los bajíos del río, nunca más pisó suelo o pasto. Claro, que al menos, para dormir, su poco, él debería amarrar la canoa en alguna punta de la isla, en lo escondido. Pero ni prendía fueguito en la playa, ni disponía de luz fabricada, nunca más raspó un cerillo. Lo que comía era casi; aun de lo que uno depositaba entre las raíces de la ceiba o en la gruta de la barranca, él recogía poco, ni lo suficiente. ¿No se enfermaba? Y la constante fuerza de los brazos, para mantener derecha a la canoa, resistente, aún en la demasía de las arroyadas, en el subir de las aguas, ahí cuando, en la embestida de la enorme corriente del río, todo arrolla el peligroso, aquellos cuerpos de animales muertos y troncos de árboles bajando -en espanto, en encuentro. Y jamás habló palabra con persona alguna. Nosotros, tampoco, hablamos más de él. Sólo pensábamos. No, nuestro padre no podía borrársenos, y si, por un rato, uno hacía como que olvidaba, era apenas para despertarse de nuevo, de repente, con la memoria, al provocarse otros sobresaltos...... Se casó mi hermana; nuestra madre no quiso fiesta. Pensábamos en él, cuando se comía una comida más sabrosa; también, abrigados de noche, en el desamparo de esas noches de mucha lluvia, fría, fuerte, y nuestro padre, sólo con la mano y un guaje para ir vaciando la canoa del agua del temporal. A veces, algún conocido nuestro encontraba que me iba pareciendo más anuestro padre. Pero yo sabía que él ahora se había vuelto greñudo, barbón, con uñas grandes, enfremo y flaco, negro por el sol y por los pelos, con aspecto de bicho, casi desnudo, aunque disponía de piezas de ropa que de cuando en cuando se le proporcionaban...... Y no quería saber de nosotros: ¿no nos tenía afecto? Justamente por afecto, por respeto, las veces que me alababan a causa de alguna buena acción mía, yo siempre decía: -"Fue papá el que un día me enseñó a hacerlo así...", lo que no era cierto, exacto, era mentira, por verdad. ¿Si él no se acordaba, ni quería saber más de nosotros, por qué, entonces, no subía o bajaba el río, hacia otros parajes, lejos, en lo no encontrable? Sólo él sabía. Pero mi hermana tuvo un niño, ella porfió en que quería mostrarle el nieto. Fuimos todos al barranco, fue un lindo día, mi hermana con vestido blanco, el del casamiento; levantaba en los brazos a la criaturita, el marido sostuvo, para protegerlos, la sombrilla. Nosotros llamamos , esperamos. Nuestro padre no apareció. Mi hermana lloró, todos lloramos, allí, abrazados. Mi hermana se mudó, con el marido, lejos. Mi hermana se decidió y se fue, para una ciudad. Los tiempos cambiaban en la lenta prisa del tiempo. Nuestra madre acabó yéndose también, para siempre a residir con mi hermana. Había envejecido. Yo me quedé aquí, el único. Nunca podría casarme. Yo permanecí, con los bagajes de la vida. Nuestro padre me necesitaba, lo sé -en su vagar por el río por el yermo- sin dar razón de su actitud. Cuando yo quise saber, y, resuelto, indagué, me dijeron lo que se decía: nuestro padre, alguna vez, había revelado la explicación al hombre que le preparó la canoa. Pero, ahora, ese hombre ya había muerto, nadie que supiese, que hiciese memoria de nada. Sólo las falsas habladurías, sin sentido, como ocurrió, en el comienzo, con las primeras crecientes del río, con lluvias que no escampaban, todos temieron el fin del mundo, decían: que nuestro padre había sido elegido como Noé, y que, por lo tanto, con la canoa se había anticipado; pues ahora medio lo recuerdo, mi padre, no podía condenarlo. Y apuntaban ya en mí las primeras canas...... Soy hombre de tristes palabras. ¿De qué tenía yo tanta, tanta culpa? Si mi padre siempre ponía ausencia: y el río -río- río, el río -ponía perpetuidad. Yo sufría ya el comienzo de la vejez -esta vida era sólo demorarse. Yo mismo tenía achaques, ansias, cansancios, torpezas del reumatismo. ¿Y él? ¿Por qué? Debía padecer demasiado. Por más aventejado, no iba día más, día menos, a flaquear en su vigor, a dejar que la canoa se volcase o que flotase sin pulso, en el andar del río, para despeñarse, horas abajo en el estruendo y en la caída de la cascada brava con hervor y muerte. Apretaba el corazón. Él estaba allá, sin mi tranquilidad. Soy el culpable de lo que no sé, el dolor abierto, en mi fuero. Sabría, si las cosas fuesen distintas. Y fui madurando una idea...... Sin vísperas. ¿Soy loco? No. En nuestra casa la palabra loco no se usaba, nunca más se usó, todos esos años, nunca a nadie se acusó de loco. Nadie es loco. O, entonces, todos. Lo fui, porque fui allá. Con un pañuelo, para hacer más visible la señal. Estaba en mis cabales. Esperé. Por fin él apareció, ahí y allá, el bulto. Estaba ahí, sentado en la popa, estaba allí, al grito. Llamé, unas cuantas veces. Y hablé, lo que me urgía, jurando y declarando, tuve que reforzar la voz: -"Padre, usted está viejo, ya cumplió lo suyo... Ahora, regrese, no debería... regrese y yo, ahora mismo, cuando quiera, los dos de acuerdo, ¡yo tomo su lugar, el de usted, en la canoa...!" Y, así diciendo, mi corazón latió en firme compás...... Él me escuchó. Se levantó. Manejó el remo, en el agua, con la proa hacia acá, conforme. Y yo temblé, hondo, de repente: porque antes, él había erguido el brazo y hecho un saludo -el primero, después de tantos años transcurridos. Yo no podía... Con pavor, erizados los cabellos, corrí, huí, me arranqué de ahí en un proceder desatinado. Porque me pareció que él venía: de la parte del más allá. Y estoy pidiendo, pidiendo, pidiendo un perdón...... Sufrí el severo frío de los miedos, enfermé. Sé que nadie supo más de él. ¿Soy hombre, después de este perjurio? Soy el que no fue, el que va a callar. Sé que ahora es tarde, y temo concluir mi vida en la mezquindad del mundo. Pero entonces, al menos, que, en el capítulo de la muerte, me agarren y me depositen también en una simple canoa, en el agua, que no cesa, de extendidas orillas: y, yo, río abajo, río afuera, río adentro -el río.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Entre una arepa y la meditación!

El martes 27 me quedé con una frase o conclusión que quedó por ahí, en el aire, "el arte depende más del espectador", y pienso, lo tenemos fácil los plásticos, porque de todas maneras somos seres sensibles y podremos estar tranquilos de que, ante mi colección de mocos pegados en el rincón de la cama puedo hallar alguien que se conmueva y le dé valor a mi "obra plástica" y así con cada paso que doy y con cada gesto que haga; como Picasso que ahora resulta que nació artista, pues sus pinceladas de tres años se venden por una buena pasta, o sea , no es que haya estudiado, pensado y analizado las cosas que hizo durante toda su vida, no, fue un bien que le dio el creador y todo lo demás vino por añadidura, resulta que toda la transformación y aporte que hizo al arte a través del cubismo no la hizo gracias a su madurez cultural e intelectual si no por el bien divino con el que había nacido.

Otra cosita por ahí: "todo arte deviene de un aprendizaje", para ser músicos las personas se tienen que pasar casi desde la cuna ejercitando un instrumento, si quieres ser cantante igual, si tu profesión es actor pues como no tengas cientos de miles de horas sobre el tablado es posible que no llegues nunca a un escenario, si eres del mundo audiovisual también haz de currártelo a tope y más ahora con las nuevas tecnologías y los nuevos planteamientos del cine contemporáneo; en cambio para ser "plástico" casi que lo único que necesitas es "sensiblidad" porque claro puedes ir a una academia, pero cuántos "artistas " no acabaron sus estudios?, además si lo importante es ser "sensible" con cualquier chorrada que haga y con tal de que convezca y de repente conozca a unos cuantos del mundo del arte ya puedo llegar al podium, lo importante es hacer algo "raro", no importa qué, algo que nadie haya hecho y que parezca sensible y de repente puedo pasarme de tripis y "sacar" todo mi subconsciente y escupir unos cuantos chorrinones de pintura, que en el arte "todo vale".

Creo que esto es lo que realmente nos ha hecho daño en la historia del arte, ese pensarnos seres de otro planeta, seres dotados con capacidades sobrenaturales, de hecho, cuando yo entré a la escuela rondaba una creencia de que las personas que lograban ser artistas, eran seres que ya estaban en la escala superior, de esas que habla la reencarnación, y a mí me convencieron un buen tiempo, no fue si no hasta que tomé "remedio" con una comunidad indígena que vine a ver el mundo de otra manera y vine a darme cuenta del papel que debía desempeñar y de repente cuál podía ser mi función en mi pequeño mundo que era mi ciudad, pues yo soy un ser de aquí, fruto de este aquí y como tal comprometido y responsable con este aquí que es mi sociedad, que me influye y me determina y que puedo y debo ayudar a determinar.
Aquí es que entiendo a los papás y a la sociedad en general que no le den la importancia que la enseñanza de las Artes se merecen en este mundo moderno, la transcendencia fundamental para la sociedad el desarrollo y cultivo de la Sensiblidad y la Creactividad, si los "artistas" de hoy estuvieran realmente comprometidos e implicados en su sociedad e hicieran su aporte sensible e inteligente a su entorno, creo que al arte tendría un papel reconocidamente fundamental en la educación y en todos los ámbitos de nuestra vida.

P.D: arepa: comida típica colombiana hecha a base de maíz. (equiparable al pan en España).

domingo, 25 de octubre de 2009

el comienzo

Qué vergüenza! tres seguidores y ni una palabra, pero es que esta pantalla en blanco es intimidadora, o por lo menos para mí.

El arte, ser artista, pensando desde los 12 años llegar a serlo, esa persona que pinta cosas y habla de esa manera, o a través de... luego, entras a una academia y te va cambiando el alma (el pensar, el sentir), casi que te la moldea, leas o no, ó más bien, la moldeas tu mismo poco a poco con eso que vives y que claro dejas entrar en ti.

Quién dijo que porque no entendemos literalmente nada en un cuadro o una escultura, no es arte? ahí viene la otra cuestión, el mundo del lenguaje artístico, nuestra mente dispuesta a ver otras cosas, lo sublime y sensible se puede leer (a través de los sentimientos), los análisis mentales se pueden leer en una obra artística, pero debemos poder leer algo, aunque no tengamos claramente el resultado de nuestra lectura, lo importante es que esto que tenemos enfrente nos mueva cosas por dentro.
El arte subjetivo, de dónde, quién vive encerrado en una cápsula y no existe, ni siente con el otro, o por el otro?.
Artista es aquel ser capaz de vivir una guerra y encerrarse en su casa a pintar excentricidades o símbolos que no van a llegar a nadie y sólo los puede interpretar él?, porque tal o cual curador lo dijo? pues no, para mí no.
si el arte es el resultado de nuestro sentir únicamente y es independiente del mundo que nos rodea, solo porque parece lindo ó raro, entonces qué vamos a enseñar en la educación artística?, tendría que existir?, vamos a caso a enseñar a sentir, a percibir? cómo, con qué herramientas, de dónde?, y cuando hallamos descubierto el cómo, tendremos que empezar a responder el para qué? si solo me sirve a mí? tendrá sentido si no tiene una funcionalidad?
es Pollock artista? por qué, porque en su momento fue innovador y lo dijeron unos que se supone que saben? o porque era el momento de hacer cosas raras y él sencillamente las hizo, el "arte" pedía eso, o es el arte sencillamente el medio para hacer catarsis de nuestros problemas psíquicos? así sencillamente, pensando que somos únicos y que nadie ha vivido lo mismo?
Es Miró un artista?, son las "esculturas" públicas de Barcelona obras de arte?
no es el artista sencillamente otro profesional que debe aportar lo suyo al desarrollo cultural, intelectual y humano (valga la redundancia) del ser humano?